Los medicamentos homeopáticos se fabrican con dos acciones fundamentales, diluir y dinamizar; a cada dilución se le realizan sacudidas enérgicas, si solamente tomáramos una gota de la tintura madre y la diluyéramos en 100 gotas de alcohol sin sacudir enérgicamente, perderíamos el valor terapéutico del medicamento.
Este proceso se repite tantas veces como indica el número de la potencia del medicamento, es decir, si tu estás tomando ARNICA 30, el medicamento se ha diluido y agitado 30 veces, pero podría estar diluido hasta 50 mil veces…o más.
¿Por qué los diluimos?
La primera razón es porque muchas veces la sustancia original es tóxica, al diluirla disminuimos el efecto tóxico, pero no el efecto terapéutico.
La segunda es que hay sustancias que a nivel ponderal son inerte, no hay efecto químico aparente, como la sílice, el oro, el calcio, pero cuando los “potentizamos” adquieren un efecto biológico.
La tercera es que, la dilución y potentización de los medicamentos, nos permite transformar una sustancia química molecular, en un medicamento que adquiere propiedades físicas, energéticas o electromagnéticas capaces de estimular a un ser vivo. Esto se ha comprobado a nivel experimental en bacterias, células, plantas y animales.
Esta técnica visionaria y podríamos decir “alquímica” se la debemos a Hahnemann en el siglo XVIII, y ahora, en pleno siglo XXI, podemos comprobar esos cambios electromagnéticos gracias a los avances tecnológicos.
Es fascinante ver en una resonancia magnética, los cambios en cada una de las diluciones, al final, cuando tomamos un medicamento homeopático, generalmente hemos diluido en agua unas bolitas de azúcar impregnadas de un medicamento, y aunque en apariencia externa todos parezcan iguales, cada medicamento muestra en la resonancia, maravillosas imágenes que son completamente distintas.
Ahora ya sabes que cuando tomas un medicamento homeopático que está tan diluido, estás permitiendo a tu ser hacer una transformación que va más allá de lo químico.
Texto: Dr. Joan Manel Marín
Foto: Doctor Vicente Méndez